Gilberto Escobosa Gámez
Es muy poco lo que la historia nos ilustra sobre las tribus que poblaban lo que hoy es Sonora, antes de la llegada de los españoles, y cabe suponer que cuando éstos lograron colonizar la provincia, tuvieron la oportunidad de escuchar a los indígenas mucho de lo que decían de sus leyendas y tradiciones que, pasando de padres a hijos, conservaban en sus memorias. Tanto es así, que algunos datos de importancia para saber algo de aquellas lejanas épocas han llegado hasta nuestros días, aun cuando necesitamos investigar más.
El licenciado y escritor yucateco, don José Patri Nicoli, quien llegó a Sonora en 1871 y que fue secretario de Gobierno en 1879, escribió en 1885 un opúsculo titulado “El Estado de Sonora, yaquis y mayos”, con el que nos da a saber de un“auto de fe” realizado en la plaza principal del viejo pueblo de Vícam en el que , entre otras cosas, fueron arrojados a la hoguera documentos de valor incalculable para el conocimiento de la historia de las tribus sonorenses, escritos por hombres cultos que llegaron a estas tierras con los primeros colonizadores y que tuvieron comunicación con los aborígenes recién conocidos en aquellos lejanos tiempos.
El señor Petri Nicoli en el opúsculo, expresa su disgusto por la quema de aquel rico material que tanto hubiese servido a los investigadores modernos, para borrar todo vestigio de las costumbres y las creencias religiosas de los antiguos pobladores de nuestra Entidad, con la intención de que aprendieran la religión que importaban de España los clérigos.
En el centro y sur de lo que hoy es la República Mexicana, los conquistadores y sus acompañantes sacerdotes católicos, destruyeron templos e ídolos, movidos por la incultura y el fanatismo. Por fortuna no sucedió lo mismo en los países que conquistaron los ingleses y los franceses..., ¿Pues qué habría sucedido en Egipto y la India?
A pesar de todo, no el total de lo que se escribió de las tradiciones indígenas desapareció en la pira como los condenados por la Inquisición; algo quedó para el conocimiento de los estudiosos de la historia, gracias a que entre los jesuitas que llegaron venían hombres inteligentes y cultos.
De las épocas precoloniales quedan ruinas que los fanáticos no pudieron destruir. Estas son el cerro de Trincheras en el Distrito de Altar y otras que existen en las cercanías de Bavispe y Bacadéhuachi, que por su proximidad a las ruinas deCasas Grandes, es casi seguro que éstas señalan el paso de los aztecas, o cuando menos de una de sus ramas, por Sonora.
En 1926, durante una conferencia sustentada por el maestro Joaquín Morales A., dijo:
“He tenido oportunidad de ver algunas inscripciones y pinturas hechas en cuevas cercanas a la población de Hermosillo. Lo que más me ha llamado la atención de estas inscripciones y pinturas, es la circunstancia de no haberse borrado, ni por la acción de las lluvias, ni del sol, ni de algún otro elemento. Es probable que estos dibujos hayan sido hechos en períodos ya dentro de la colonización española; pero de todos modos demuestran la costumbres de los pobladores y la manera tan peculiar de describir sucesos históricos, de los que, indudablemente, de ellos dan muestras las pinturas e inscripciones a que me refiero.
“Algunos historiadores asientan en sus escritos que las tribus de Sonora, principalmente la yaqui y la mayo son ramas de la azteca, desprendidas cuando ésta pasó en trabajosa peregrinación hasta el centro del país. Es indudable la semejanza que existe entre el idioma de los yaquis y los mayos, y el azteca. Algunas costumbres como las danzas, ritos sagrados, etc., son muy parecidos.
“No tiene nada de aventurado asegurar, como lo dicen estos historiadores, que nuestras razas sonorenses formaran parte de la gran familia nahoa que pobló casi la totalidad de nuestro territorio...”
Al presente han desaparecido algunas tribus, como la ópata, y no en los campos de batalla, sino porque se mezcló con la sangre europea. En cambio losyaquis, los mayos, los pápagos, los pimas, los guarijíos y seris, continúan hablando su propio lenguaje en sus hogares y... ¡Ojalá así sea siempre!
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