Jesús Darío Arredondo López
Tras la lectura de las sesudas disquisiciones y los penetrantes análisis post-electorales, y en espera de la comprobación empírica significada en los resultados oficiales del conteo de los votos, acta por acta y casilla por casilla, se puede concluir que perdió el PRI en Sonora por causa de un bien fundado disgusto que tuvo por causa primaria la arrogancia aldeana del señor gobernador.
Los panistas, por su parte, seguramente no dan crédito al regalo que la fatalidad de tener un gobernador espeso como el plomo les puso en las manos, y posiblemente en el colmo de la alienación supongan que el triunfo electoral fue por méritos propios, aunque por las evidencias recientes no se descarta la pérdida de piso y el entusiasmo palurdo que pudieran sentir al sacarse la lotería, teniendo un abanderado tan poco confiable como es el deudor bancario Guillermo Padrés Elías.
En una parodia babeante, acudieron en manada al local que ocupa el Consejo Estatal Electoral (CEE) para exigir el conteo de los votos ¡ya!, ignorando como parece ser costumbre, que existen plazos que la legislación electoral establece con meridiana claridad. No pudieron esperar hasta el domingo para ver satisfecha una cuestión de cumplimiento forzoso: tuvieron que hacer la faramalla de acudir en masa a pararse frente al CEE a gritar en coro el cumplimiento de lo obvio, en una imitación bastante inconsecuente de aquella exigencia de conteo “voto por voto y casilla por casilla” que López Obrador enarboló cuando el fraude electoral de 2006, perpetrado por el PAN y sus corifeos electorales.
Ayer, viernes 10 de julio, caravanas de panistas se dieron a la tarea de pasar frente a locales el PRI, como la CTM en Oaxaca y Garmendia, a gritar el triunfo de Padrés, en una caricaturesca provocación que culminó justamente frente al CEE, cuando una hueste priista de presentó y hubo lo que era obvio que hubiera: gritos, jaloneos, porrazos y un herido. Lo anterior demuestra que el panismo no esta preparado para ganar sin convertir el triunfo en un pretexto para la provocación y la agresión, lo que actúa como elemento mediático con efectos contrarios a lo que posiblemente fue una demostración de fuerza, por todos conceptos innecesaria, pero que partió del concepto erróneo de que eso simpatizaría a los votantes, bajo el supuesto más que optimista, por no decir irreal, de que la gente votó por el PAN y no contra el PRI.
También llama la atención el paseo que se dio por calles de Hermosillo, un carro de sonido que reproducía una grabación donde Padrés Elías agradecía a los sindicatos independientes y mencionaba a los sindicatos universitarios, dando la impresión de que éstos se inclinaron por su candidatura, lo cual es absurdo de cabo a rabo. El asunto del carro de sonido expone una falla conductual del panismo venido a más, porque cree que va a engañar a la población aparentando apoyos que nunca tuvieron y, sin embargo, se esfuerzan en aparentar que sí. Esto es una mala señal de lo que pudiera ser un gobierno de mentiras y apariencias, que en mucho resulta deplorable y que puede dar al traste con cualquier aspiración política futura, debido, esencialmente, al hecho de que los ciudadanos de a pie están hartos de semejantes muestras de atraso político, hasta decir basta de la pedantería y el triunfalismo cerril que, al parecer, sobrevivirá al gobierno de Bours, sólo que ahora pintado de azul.
Por lo que concierne a Hermosillo, al parecer el señor Gándara se aventó a la alcaldía sin tener idea de lo que era, sin una sola idea de lo que las responsabilidades edilicias entrañan; pero, a juzgar por sus primeras declaraciones, va a ver cómo está este asunto y se va a rodear de gentes que sepan algo al respecto. Curioso detalle este de que alguien compra una candidatura para luego ver qué hace una vez que llega a tener la constancia de mayoría.
Lo anterior hace que se extrañe la presencia y vigencia de panistas que lo eran de prosapia, con una verdadera convicción y con una respetable cultura política, como es el caso de don Jorge Valdez, del licenciado don Jesús Larios Ibarra, del ínclito maestro Ignacio Bustillos Núñez, por ejemplo. Sin duda, los panistas de valía han desaparecido, arrollados por la baba repugnante de los fenicios y changarreros que ahora sientan sus reales en un partido que antes contó con gentes decentes, bien intencionadas, dignas de respeto aunque uno en lo particular no estuviera de acuerdo con su ideología.
El triunfo panista es una victoria pírrica y, a diferencia de lo que afirma Jesús Zambrano, me parece que dista mucho de ser positivo el arribo de la derecha panista, salvo que de lo que se trate sea de recibir una dosis más de bazofia pirrurris, aunque políticamente, no hay mal que dure más de seis años. ¿Será?
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