domingo, 8 de febrero de 2009

Limitan fraccionamientos privados comunicación

El Reportero/Redacción

Bajo el argumento de la seguridad, la urbanización hoy en día se ha convertido en espacios privatizados y amurallados que limitan la comunicación creando un sentimiento de desconfianza entre vecinos, además del cierre de calles y avenidas, atrapando hasta los espacios comunes de esparcimiento y convivencia grupal.

Eduardo Manuel Álvarez Torres, académico del programa de Arquitectura de la Universidad de Sonora (Unison) asegura en un estudio realizado sobre los conjuntos habitacionales cerrados que éstos propician la homogeneidad social y la convivencia muy estricta y limitada, entre miembros de un mismo nivel y condición social.

Para obtener su grado de doctor, el académico Álvarez Torres estableció que los conjuntos habitacionales cerrados se han convertido ya en un modelo de vivienda para todos los estratos sociales propiciando además, un mecanismo de especulación por parte de las empresas desarrolladoras con el valor del suelo urbano.

“En esos espacios se privatiza el espacio público, cerrando la posibilidad de la comunicación vial, al cortar la continuidad de las calles y avenidas, y atrapando entre sus muros al parque o la zona recreativa común y de todos, para convertirla en un espacio de homogeneidad social, de exclusividad…”, expresó.
Esta condición, para el académico universitario no significa más que la creación de un espacio “entre los pares” y la formación de unidades compactas que no son más que “células de vida fragmentada, aislada y defensiva.
Álvarez Torres presentó el pasado 23 de enero su examen para obtener el grado de doctor en la especialidad de Ciudad, Territorio y Sustentabilidad en el Colegio de Sonora y avalado por la Universidad de Guadalajara.

Defendió la tesis titulada “Conjuntos habitacionales cerrados, ¿urbanismo celular alternativo?, una lectura del fenómeno en Nogales, Sonora. 2000-2006”, documento de 400 páginas dividido en siete capítulos y 20 conclusiones puntuales sobre el fenómeno urbanístico de esa fronteriza ciudad.

Entre sus conclusiones hace mención de la escasa relación y convivencia que los ciudadanos tienen en los fraccionamientos cerrados a pesar de que la agrupación social por excelencia debe desarrollarse en medio de la comunicación y la convivencia.

“La tendencia urbanística que se está registrando al nivel estatal y nacional, es que estos desarrollos habitacionales cerrados, impulsados por la voracidad comercializante y la demanda de vivienda, están creando ciudades sin comunidad y sin el debido equipamiento urbano, con toda la tolerancia de las autoridades respectivas”, apuntó.

Agregó que en la actualidad, el único modelo que se construye y comercializa en Nogales, como es el caso, los conjuntos de habitación popular son cerrados, equipados con viviendas plurifamiliares dúplex, cuádruples, séxtuples y hasta óctuples, insertando vivienda unifamiliar allí mismo, con los espacios públicos privatizados y muy reducidos por la especulación del suelo.

“El eslogan de comercialización de este modelo dice y pregona que se mejora la calidad de vida de las familias; sin embargo, la paranoia, el miedo, la inseguridad, el encierro y los valores de desconfianza hacia los pares sociales de la misma ciudad está creando una subconciencia de inconvivencia con el vecino, con el ciudadano común, y eso de alguna manera está obligando a que la ciudad se disgregue, disperse y fragmente aún más”, indicó.

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