miércoles, 19 de noviembre de 2008

“Yo estoy con Padrés, sigo siendo perredista pero sí es él el candidato, yo estoy con él”

Alvaro Bracamonte Sierra

“Yo estoy con Padrés, sigo siendo perredista pero sí es él el candidato, yo estoy con él” es una frase que dibuja el grado de desconcierto al que ha llegado el perredismo sonorense y, sin lugar a dudas, expresa también la difícil situación que padece nacionalmente. La declaración la publicó EL IMPARCIAL en la amplia cobertura que le dio a la “Décima Cabalgata vamos por Hermosillo”. Quien hizo la declaración no es un perredista cualquiera; se trata, a pesar de su relativa juventud, de uno de los más experimentados dirigentes del sol azteca en Sonora.
Édgar Sallard exhibió así, sin tapujos, de qué pasta están hechos los dirigentes de esa agrupación. Aún no empieza el proceso electoral y abdican sin pudor a favor de quien seguramente les brindará una liana para seguir activos en el nauseabundo mundo de la política. Si este dirigente se atrevió a decirlo, no es descabellado suponer que varios de los actuales líderes estén pensando lo mismo. Frente al barco que se hunde parece mejor acudir al grito de “sálvese quien pueda”, que detenerse a pensar que con esas actitudes se llevan entre las espuelas la posibilidad de construir una opción progresista para la entidad.
El PRD está mal herido; su derrota cultural es profunda y aparentemente irreversible. Incapaz de procesar sus diferencias internas se desvanece y con ello pulveriza poco a poco el proyecto de izquierda más importante en la historia política de México. Ocho meses después de celebrarse el proceso de elección de su dirigencia nacional, fue un agente externo, el Trife, quien resolvió a favor de una de las partes el desastre en que se convirtió la designación del nuevo presidente. La decisión del Tribunal los ha puesto al borde de la fractura definitiva. Son tantos los agravios que se han enderezado que es, a todas luces, prácticamente imposible que restañen las heridas y recuperen el entusiasmo que alguna vez tuvieron para seguir luchando por un país más justo. El fracaso del perredismo se nota en su propia militancia: Deambulan desencajados sin saber a ciencia cierta qué hacer ni a quién asirse.
El fracaso se da en una coyuntura especialmente delicada para el País y para Sonora: Una crisis económica cuyas consecuencias serán devastadoras, un desprestigio de la plutocracia mexicana y un brote de fastidio e impaciencia entre los ciudadanos por los escasos resultados de los gobiernos panistas, configuran el escenario para que el liderazgo político de México fuera asumido por el movimiento progresista.
Pero esa posibilidad ha sido tirada al cesto de la basura. Quienes deberían empujar por una transformación real parecen conformarse con las migajas ofrecidas por panistas y priistas. Ahí está el caso del ahora líder nacional del PRD quien en una de sus primeras incursiones pretende una alianza con el priismo jalisciense para disputarle al PAN el Gobierno estatal. Lo mismo pasará en Guanajuato y Nuevo León aunque en esta última entidad será en una alianza con los panistas.
En Sonora se aprecia una coyuntura favorable para el crecimiento de una alternativa progresista. Sin embargo, los dirigentes actuales de los partidos de izquierda y particularmente del PRD son una triste sombra de lo que se necesitaría para aprovechar ese ambiente positivo; a juzgar por las declaraciones del líder arriba referidas, pronto se rinden frente al formidable desafío que implica la elaboración de una propuesta distinta al PRI y al PAN.
Desde luego, esto no es tampoco el fin del mundo; es obvio que el perredismo no es, ni de lejos, la representación de la izquierda sonorense en este momento y menos lo son sus conspicuos dirigentes cuya única motivación es al parecer la de velar por sus propios intereses. De entre las piedras, y sacudiéndose el polvo acumulado tras muchos años de marginación y aislamiento, deberán surgir nuevos liderazgos que tengan la estatura ética, el compromiso y responsabilidad histórica para que poco a poco se reformule una propuesta progresista digna y congruente con los mejores ideales de los próceres mexicanos. A Sonora le urge un proyecto de esa naturaleza capaz de aglutinar a todos los sonorenses que buscan un cambio efectivo de la sociedad local.
Recordemos que en el 2006 López Obrador obtuvo en Sonora cerca de 240 mil votos; que hace apenas 10 años el PRD presidía varias de las alcaldías más importantes de la entidad, y que gobernaba aproximadamente el 40% de la población. El entusiasmo que despertaron entonces, se les escurrió de las manos en pocos años. Como lo señalamos, el PRD ahora es un pálido reflejo de ese pasado reciente. Insisto: Porque Sonora y el País necesitan de una izquierda comprometida, propositiva e intolerante ante las injusticias y la impunidad, creo que fundamental la renovación completa de la izquierda sonorense.

Álvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor-Investigador de El Colegio de Sonora.

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