martes, 17 de noviembre de 2009

El futuro tan temido ya está aquí

Oscar Romo Salazar

Hará cosa de diez años que empecé a interesarme en el tema del agua. Por aquellos días, a fines del sexenio de Armando López Nogales, se empezó a manejar la idea de construir una planta desalinizadora por rumbos de Bahía de Kino, para abastecer de agua potable a nuestra ciudad, que ya desde entonces mostraba una creciente demanda del vital líquido, al mismo tiempo que la Coapaes –a la sazón organismo operador responsable del servicio- revelaba una menguante capacidad de abastecer a los hogares hermosillenses.

Mucha agua ha corrido bajo los puentes (aunque ni una gota de ella ha sido aprovechada para resolver el problema) ya se fue una década completita y el problema, lejos de haber sido solucionado, ha crecido ante la pasividad, rayana en estupidez, de los ciudadanos y de los tres niveles de gobierno.

Cuando López Nogales anunció su intención de construir una planta desalinizadora se le vino el mundo encima. En parte porque la oposición política (léase PAN) y la oposición ciudadana (léase los grupos de ciudadanos que luego se transformaron en ONGs) rechazaron el proyecto, aunque por motivos muy diferentes.

Para el PAN fue inadmisible permitir que su odiado enemigo, el PRI, se llevara el mérito de haber resuelto el tremebundo problema que se veía venir para la ciudad capital, y principal fuente de votos en el Estado. Para los grupos ciudadanos que asumieron una actitud de rechazo, los motivos fueron inicialmente la falta de claridad y contundencia en la presentación del proyecto, y la sospecha –jamás borrada- de que había manos con dedos con uñas muy largas metidas en el asunto.

Total: Después de mil dimes y diretes, uno de cuyos principales catalizadores fue El Imparcial -que se sumó a la oposición para llevar agua a su insaciable molino- el proyecto definitivamente se fue a la porra, después de una histórica cena en la Casa de Gobierno de la Pitic en que el Gobernador López Nogales, al calor de los vinos generosos, puso como lazo de cochino a todos los invitados, entre los que se encontraban tanto los gatos angora (funcionarios del gabinete del momento) como los cortesanos del régimen que nunca faltan, ni entonces ni ahora.

Y luego pasó lo que pasó cuando el PAN hizo valer su posición como depositario de la responsabilidad de atender el servicio de agua y drenaje en nuestra ciudad, al recibir la Coapaes y convertirla en lo que hoy es Aguahh… la misma burra pero revolcada y vuelta a revolcar. Se fueron los tres años de Pancho Búrquez, los tres de Lola del Río, los tres del Borrego Gándara y vamos tras los otros tres de Javier Gándara… y al parecer siguen las mismas indecisiones, la misma ceguera, el pánico a tomar la determinación por los costos políticos que inevitablemente conlleva y, en fin, la parálisis mental que ataca a los pusilánimes cuando reciben un poder que no son capaces de ejercer con sensatez y oportunidad. Ejercer el poder de esta manera es muy diferente que convertirse en un nazi autoritario y déspota… te lo digo Juana pa’que lo entiendas Petra.

Y El Imparcial, el mismo medio que le disparó tres torpedos nucleares al barquichuelo de Armando López Nogales hundiéndolo en las profundidades lodosas del fondo del océano político sonorense, mediante la realización de foros sobre el tema y la publicación de notas y entrevistas a personalidades de los mundos público y privado de improviso pretende convertirse en “líder” de los reclamos por el abastecimiento de agua…. No, si le digo…

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En los últimos días el tono de los comentarios mediáticos ha repuntado. Ya se habla sin el menor rubor de la inevitabilidad los “tandeos”, de la necesidad de aplicar cuantiosas sumas de recursos en inversiones correctivas, de la crítica situación en que se encuentra nuestra ciudad ante el tremendo déficit que hay en el abastecimiento y, en fin, de que la poca agua que quedaba para el consumo humano está por terminarse, y que debemos prepararnos para lo que viene… Bla bla bla y más bla.

En pocas palabras: A las nuevas autoridades no les ha quedado más remedio que aceptar lo que nunca han querido aceptar, y lo inaceptable es que se encuentran –nos encontramos- en un callejón sin salida. Por un lado no hay agua, por otro lado no tienen una solución (o se resisten a adoptarla) y finalmente tampoco tienen los recursos que hacen falta para resolver, siquiera parcialmente, el crucigrama que tienen ante sí.

Ante las evidencias, habría que reconocer entonces que López Nogales no estaba tan mal de la cabeza y que, a pesar de que siempre se le ha regateado ese mérito, su proyecto era y sigue siendo viable. Y que, para vergüenza de todos, de haberse construido la desalinizadora hace diez años este problema que hoy amenaza la supervivencia misma de nuestra ciudad no existiría. Seguramente tendríamos otros, pero no éste.

La lumbre ya nos llegó a los aparejos, y a pesar de ello las autoridades siguen insistiendo en que hay que estudiar las alternativas para adoptar la mejor… ¡Hágame usted el refabrón cabor!... ¿Qué en los diez años transcurrido no ha quedado plenamente probado y demostrado que, aun no siendo las únicas soluciones, el acueducto del Novillo y la planta desalinizadora son las que mejores resultados garantizan? ¿Qué no se han realizado ya decenas de foros, simposios, conferencias, reuniones de estudio y mesas redondas de análisis para determinar lo que se debe hacer y cómo se debe hacer? ¿Y aún tienen dudas?... ¡Qué poca bisabuela, la verdad!

Lo que les está haciendo falta a los señores que nos gobiernan son aguacates o blanquillos, que para el caso significan lo mismo. Pantalones, señores. Ganas de atorarle al problema y asumir los riesgos. Debería darles vergüenza no tener el valor de decir: “Vamos a hacer esto porque, aunque no a todos les guste, es lo que se debe hacer”. Así debe actuar un auténtico gobernante, en vez de escudarse en las jerarquías y en los escalafones que nunca deciden nada y se viven arrojándose la bolita unos a otros. Precisamente por eso es que hemos llegado a la situación en que hoy nos encontramos. ¿Para eso querían el poder? ¿Para ponerse a jugar a la matatena en el momento crucial de las grandes decisiones?

Es obvio que yo no soy un experto en el tema del agua y, de hecho, jamás me he ostentado como uno. Pero durante diez años he procurado acercarme a quienes lo son en busca de información y de explicaciones sencillas que me aclaren las dudas que son inevitables cuando se enturbia la información por causa de las manipulaciones políticas.

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Y con base en lo que he aprendido, con lo que he captado en las mil y una reuniones sobre el tema del agua a las que he asistido, con lo que han dicho una y otra vez los expertos que verdaderamente conocen del asunto y tienen un sólido criterio, es que vuelvo a insistir: El acueducto del Novillo o la planta desalinizadora, uno o la otra, pero ya. Ya basta de indecisiones, de posiciones timoratas y cobardes que lo único que han logrado es que el futuro tan temido ya esté aquí, y que haya llegado en un momento por demás inoportuno, en que la crisis económica se junta con la crisis de liderazgos para poner de rodillas a nuestra ciudad y sus moradores.

En lo personal me inclino por la planta desalinizadora por varias razones: Primero porque no depende de los caprichos de la naturaleza, de los cambios climáticos ni de la incidencia de fenómenos como El Niño y La Niña y cosas por el estilo. Segundo porque aunque la desalinizadora represente una inversión mayor que el acueducto del Novillo, no tiene los filosos ángulos políticos de éste, y esos complicados aspectos políticos me parecen un obstáculo insalvable para un gobierno de las características del que llegó con la alternancia. Tercero porque financieramente ofrece más y mejores opciones, y porque no absorbe recursos de los erarios públicos, tan escasos por estos días. Cuarto porque el precio de venta final al usuario que resulta de cualquiera de las dos opciones, en particular la desalinizadora, es manejable al combinarse con el agua proveniente de las fuentes de bombeo tradicionales.

Toda esta información, todos estos elementos de juicio y centenares más que no menciono por falta de espacio, están disponibles. No hay ningún misterio y no hay razón para dilatar la toma de la decisión ni un solo día. Vuelvo a repetir: Lo único que se necesita es voluntad política y “güevos”, para hablar claro y en plata. Si las autoridades en turno no tienen ni una ni los otros mejor que se devuelvan por donde llegaron, porque cuando la situación exige definiciones, nos están ofreciendo titubeos e ineptitudes, y cuando ya no queda más que una sopa se empeñan en seguir leyendo el menú, a ver si viene doña Divina Providencia a resolver el problema.

Y a esa señora, amigo lector, se le está acumulando demasiada chamba con tanta hambre, con tantas enfermedades y con tantas necesidades que hay en este y otros países.

Hermosillo, Sonora, a 15/11/09

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