miércoles, 12 de junio de 2013

SAN AGUSTÍN, EL NOVILLO Y LOS LADRONES

Hace más de quince siglos San Agustín de Hipona, filósofo y teólogo,  planteó una pregunta que probablemente viva por siempre: “¿sin la justicia qué serían en verdad los reinos, si no bandas de ladrones?, ¿y qué son las bandas de ladrones  si no pequeños reinos?” Como se aprecia, las preguntas ya vienen con respuesta.
O sea que la legitimidad del gobernante, y con ella la obligación del gobernado,  está en función de la observancia de la justicia y la legalidad. Para haber planteado esa cuestión apenas iniciado el siglo quinto, San Agustín resultó muy aventajado. Desde entonces y hasta hoy, los estudiosos de la ciencia política siguen discutiendo las fuentes de la legitimidad de los gobernantes de todos los colores; pero la pregunta del estudioso santo sigue, como la famosa puerta, viendo pasar el tiempo, y con él, viendo surgir y caer a tiranos y tiranuelos que, haciéndose del poder, han olvidado la justicia y la ley.
Desde que fue planteado el proyecto del acueducto del Novillo – Hermosillo, y desde que los grupos sociales que se sintieron afectados interpusieron recursos legales para oponerse a tal obra, diversos órganos del poder judicial emitieron fallos mediante los cuales se ordenaba la suspensión de los trabajos relacionados con tal proyecto. Esos fallos fueron ignorados por el gobierno de Guillermo Padrés, lo que se conoce como desacato. Esa situación ha derivado en que varios funcionarios del gobierno, y el gobernador mismo, enfrentan el riesgo de ser sancionados penalmente. El riesgo es a tal grado cierto, que uno de los funcionarios ya fue procesado y sentenciado por ese motivo, y hoy se encuentra en libertad bajo fianza.
Pero los riesgos jurídicos del gobernador no son los únicos que enfrenta. La desobediencia de la ley, por parte del gobernador, deriva en pérdida de legitimidad y con ello se afecta la gobernabilidad y la paz del estado de Sonora. Un gobierno sin justicia, sin ley, no es más que una banda de ladrones. Así lo dijo San Agustín, que no se andaba por las ramas. Porque si el ciudadano tiene obligaciones frente al gobierno, pagar impuestos por ejemplo, no las tiene frente a un gobierno degenerado en banda de ladrones. Aunque esta banda, o este “gobierno”, conserve la fuerza y los recursos para hacer cumplir sus designios.
Jacobo Rousseau planteaba el mismo problema, referido al poder del gobernante: “¿Si un bandido me sorprende en el bosque, estaré, no solamente por la fuerza, sino aun pudiendo evitarlo, obligado en conciencia a entregarle mi bolsa? Porque, en fin, también la pistola que él tiene es un poder.”  O sea que el santo sabio de Hipona no está solo. La fuerza de todo gobierno deviene de su legitimidad, que se pierde si éste deja de observar la ley. Porque recordemos que el gobernante jura primero cumplir, y luego hacer cumplir. Sin lo primero no hay obligación de lo segundo.
Los desacatos de Guillermo Padrés, ante resoluciones judiciales que le han sido adversas en el tema del acueducto, han dado lugar a un proceso de deslegitimación. Esa deslegitimación se expresa ahora en los bloqueos carreteros del sur del estado, que son una forma de resistencia civil, ante un gobierno que ha decidido ignorar las leyes que le estorban. Si el gobernante se aparta de la ley, los gobernados encontrarán las razones para la desobediencia y la resistencia civil. Éste es el caso. Y aunque los bloqueos carreteros pueden resolverse mediante la fuerza del Estado, ha iniciado ya  el proceso de deslegitimación, de degeneración de la autoridad política del gobernador Padrés.
Incapacitado para construir cualquier tipo de consenso, perdido para él el centro de la acción política del estado, al gobernador no le queda otra que profundizar el enfrentamiento. Cubrir su futura huida en la polvareda del aquelarre actual.  Construir desde ahora la coartada: ante futuras acciones penales en su contra (Espejito Granier, ¿Quién es el gobernador más bonito?), el gobernador  teje el disfraz con el que se cubrirá cuando se llame perseguido político. Al tiempo.
Malas noticias para Sonora: al gobernador no le queda otro camino que el enfrentamiento. Incapacitado para convencer, por no saber, por no querer, por no poder, ha querido vencer. Pero el tiempo se agota y la resistencia crece mientras él se debilita. Tal vez sólo queda tiempo  para un pleito ratero: llenarse las bolsas, pegar…y huir.
Martín Vélez

Nota: Las citas de San Agustín y de Rousseau fueron tomadas del libro Estado, Gobierno y Sociedad. Norberto Bobbio. Fondo de Cultura Económica. 1985.

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